jueves, 14 de agosto de 2008

"No se ha aprendido nada sobre Sismos"...!


Muchos sismos han pasado en nuestra patria, pero por falta de una politica de prevención y negligencia de nuestras autoridades, una vez más seguimos lamentándonos por las desgracias, muertes y destrucción de la catástrofe.

Un año después del violento terremoto que devastó a parte del sur peruano, la tragedia continúa para muchos damnificados, entre los que cunde la amargura y el descontento por la falta de atención oficial.


Solo bastó un instante para que aquellas personas afectadas por el terremoto, lo perdieran todo. Y es que a pesar de “luchar para sobrevivir”, el temor de que pasara otro sismo como el ocurrido no se les borró de la mente. La causa de los damnificados del sur ha dejado de estar presente en la agenda nacional y esto a sido tomado muy amargamente por aquellos pobladores afectados por el terremoto.


Actualmente, sorprende ver en las noticias la forma de comunicar de lo que se ha hecho. La publicidad de parte del Estado Peruano consiste en enumerar los "gastos" que se ha hecho luego del terremoto. La publicidad dice: "Se ha gastado tantos millones en la construcción de tales cosas, se ha distribuido tanto dinero en préstamos", etc.


Es notorio cómo estamos completamente sumergidos en la cultura de rendición de cuentas de lo que se hace y no de lo que se logra. Las preguntas correctas deberían ser:

¿Cuántas familias estaban damnificadas en el momento del sismo y cuántas están viviendo en condiciones normales hoy?

¿Cuantos servicios estaban dañados en ese momento y cuántos servicios están completamente restituidos y en qué magnitud?


La forma de rendir cuentas es uno de los aspectos más importantes del Estado, mucho más que lograr cosas, porque más allá de la capacidad del Estado para solucionar cosas, está la capacidad de informar bien, para poder congregar la ayuda de más instituciones sociales y privadas.


Lo peor del terremoto:… La soberbia de Alan García. El presidente de Perú dijo que sobraban médicos, negó el pillaje y se empeñó en convencer al mundo de que tenía la situación bajo control. Semanas después de la catástrofe, miles de personas seguían desamparadas.



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